1980 se perfilaba para Serú Girán como un año muy prometedor, “La Grasa de las Capitales” había ubicado al cuarteto en la cima dentro del espectro de lo que ya comenzaba a llamarse Rock Nacional.
Luis Alberto Spinetta, comenzó la década metido en lo que había sido el regreso de Almendra y la grabación del nuevo álbum del legendario grupo: “El Valle interior”. De todas maneras, era sabido que la reunión no prosperaría y Luis ya tenía en mente horizontes musicales listos para ser ocupados.
El 3 de Mayo, Spinetta, Pomo, Juan Del Barrio, Lito Vitale y Pedro Aznar (estos últimos en calidad de invitados) dieron cuerpo a lo que fue la presentación pública de Spinetta Jade con un recital en el estadio de Obras Sanitarias. Promoviendo un poco la reunión de Almendra, la banda soporte de aquella presentación fue La Eléctrica Rioplatense junto a Emilio Del Guercio (…simplemente un dato anecdótico…)
Caminos que parecían separados, paralelos. El grupo de Charly estaba trabajando para su tercer disco mientras la banda de Spinetta todavía no tenía material en la calle. Musicalmente, Spinetta Jade trabajaba más en la fusión, con inclinación jazzística y una marcada tendencia hacia la canción. Por el otro lado, el cuarteto García-Moro-Lebón-Aznar se fortalecía en intervenciones musicales marcadas por melodías un tanto densas, ancladas en fuertes bases instrumentales con ciertos presagios de las inclinaciones al pop que años más tarde prácticamente monopolizaría la escena nacional.
De todas formas, la revista Hurra (algo así como la versión roquera de Humor) publicó en Julio una tapa con caricaturas de Charly y Spinetta con las camisetas de Boca y de River. Una tapa que no cayó del todo bien, una tapa que, no sólo que no daba cuenta de las claras diferencias marcadas por los caminos recorridos por los músicos sino que, además, instalaba un debate vacío, absurdo y tendencioso en el ambiente artístico nacional. Para encontrar algún punto de choque entre García y Spinetta sería necesario remontarse al comienzo de los años 70´s, más precisamente a la época de Sui Generis y Pescado Rabioso. Momento histórico en el cual no se evidencia una pelea explícita entre los artistas pero en el que se puede dilucidar un enf
rentamiento en el marco de lo que se conoció como “eléctricos vs. acústicos” o “blandos vs. pesados”. En ese momento, sí se podría rastrear un contraste entre la propuesta folk del dúo García-Mestre y el acercamiento del trío (luego cuarteto) liderado por Spinetta que inclinaba su accionar hacía el rock más distorsionado con fuertes tendencias bluseras. Pero nunca nada quedó explicitado y esa supuesta disputa sólo cobraría sentido en el marco de absurda rivalidad que predominaba en la época. De todas formas, aquello había sucedido… ¡ocho años antes!
La respuesta no tardó demasiado. De repente, cuando todo parecía haber terminado, se anunció lo que ya se palpitaba como un evento histórico: Spinetta Jade y Serú Girán brindarían un recital en conjunto los días 12 y 13 de Septiembre. Dos de los personajes más significativos de la joven historia de la Cultura Rock en la Argentina se unirían en un show que sobrepasaría lo estrictamente simbólico para quedar grabado en las retinas de los asistentes como una sublime performance artística.
El show comenzó con Luis, acústica en mano, interpretando “Que ves el cielo” (de Invisible) hasta que Charly irrumpió con sus teclados en el segundo compás para hacerse cargo de las armonías y el estadio explotó. Después, Spinetta le puso voz a “Cuando ya me empiece a quedar solo” (de Sui Generis) y David Lebón se sumó en “Música del Alma”. Era el comienzo, luego cada grupo encaró su set, Spinetta Jade presentando “Alma de diamante” y Serú anticipando “Bicicleta” (tal vez, su mejor álbum). El final, con todos los músicos en escena, quedaría reservado para antológicas versiones de “El mendigo en el andén” y “Cristálida” (de Pescado Rabioso).
Existen quienes aseguran que la unión entre los dos grandes símbolos del Rock Argentino forma parte de una ilusión un tanto utópica, hay otros que aseguran que el no haber logrado que el trabajo conjunto de ambos músicos prosperara es una gran deuda que el rock le debe a su público. Contadas fueron las veces en que el choque de estrellas volvió a producirse, como todo hecho que sea metaforizado de tal forma, la explosión dejó aristas diferentes (cuestión que seguramente merece otra discusión).
Pero una noche “Sin camelos ni demagogias” (según palabras del propio Spinetta) la explosión sólo produjo calor y luminosidad, preciada sensación reservada para los privilegiados asistentes y para algún que otro poseedor de registros fonográficos “no oficiales”, que oportunamente aparecen en estos casos.
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