7 feb 2011

2011...destino circular



Los dos años que marcaron el final de la primera década del SXXI, estuvieron signados por las novedades recetadas y los rescates que se dividieron entre la melancolía y los revivals aggiornados a las nuevas exigencias. Los factores que van cercenando las posibilidades para los nuevos actores aportaron en parte al efecto que marca los días posteriores al "Cromagnon extendido". Es decir, espacios que se cierran y luces que no terminan de poder encenderse, lo que genera, en parte, un encadilamiento molesto de quienes tienen la posibilidad de brillar casi en soledad.

La perspectiva para lo que viene entonces comienza a centrarse en el realismo mágico. Es decir, en contemplar la posibilidad de que alguien revolucione la escena de modo inesperado. Salvando las diferencias, como a comienzos de siglo tres mosqueteros manotearon electroacústicas para sacudir de canciones la escena musical, el futuro deberá aguardar algo similar. Obviamente, la suerte también tendrá que aparcer como factor de poder que logre hacerle mella al mercado, que dice agonizar pero no desaparece. Es decir, más allá de la democratización que supone un buen uso de las tecnologías de la información, no está de más decir que aún hoy, son las grades multinacionales quienes gobiernan la escucha masiva. El oído popular. Lo que suena y lo que no (en términos relativos, claro está). No es tampoco muy arriesgado animarse a esperar un despegue al estilo Calle 13 (tal vez, lo más interesante que le pasó a la música latinoamericana del nuevo siglo). Porque, desde el año que pasó, se explicita que se puede utilizar al sistema para "explotar desde adentro" y echar a rodar caminos alternativos. Puede ser escuela o puede ser, tan sólo, otro experimento de liberación.

Quedará por descifrar la la incógnita con respecto al supuesto despegue de los sonidos digitados. Las tendencias que se presentan como "novedosas" y que poco tienen de apuesta de ruptura, más allá de los reacomodamientos clásicos que parecen un gran collage de fórmulas anteriores ("la historia prosigue, pero amigos yo ya la ví"). Por lo pronto, pocos son los indicios para pensar que el sistema no terminará por destruir las cosas que él mismo contruyó.

En fin, sòlo resta por el esperar el desvelo, la certeza de que por debajo de todo algo crece sigue latente, y las esperanzas de que las semillas sembradas por la historia florezcan de una vez por todas no claudicarán hasta que definitivamente alguién se disponga a dictaminar el fin de los tiempos. Por el momento, el destino es circular...y gira siempre en el mismo lugar.