11 jun 2009

EL MANAL DE LA BOMBA!


No todo era nada, es verdad pero en épocas de fundaciones, las génesis se suceden, se superponen y todo va confluyendo en una identidad cada vez más amplia pero, a la vez, más delimitada, fija, clara, transparente.

Hay una tapa que anuncia lo que se comienza a plasmar a partir de los primeros fraseos, hay una bomba que ya no se esconde, se muestra y busca explotar. La ciudad estalla, el hombre también. Los sonidos comienzas a mixturarse de manera novedosa. Es blues, es castellano. Hay asfalto, olor a ciudad. Es un trío, donde no hay tríos. Canta el baterista y como canta! Es Manal, que parte hacia la historia.

El despegue, no parte de la nada, claro está. Tiene una base sólida en Mandioca. “La madre de los chicos” que Jorge Alvarez y Pedro Pujó crearon en unos de los primeros gestos de ruptura con el sistema reinante en la producción musical de nuestro país. Un principio rupturista que encontrará su contradicción central y su máxima expresión en la necesidad de “entrar al mercado” que tenía un movimiento cuya expresión era la producción de obras musicales y literarias. Como máxima expresión de esa ruptura aparece este caso de la primera discográfica dedicada exclusivamente a la producción de artistas locales (la pionerísima Mandioca). Como principal contradicción, con varias salidas propositivas a lo largo de la historia aparece lo que el sociologo Pablo Vila identifica como la “transa” que el define como el acto de “entrar en transacciones con el sistema, por ejemplo, comercializando música, abandonando los valores originarios, etc”. Lejos de la Transa y la prostitución”, Mandioca se propuso combatir los primeros reveses que el statu-quo aplicaba al rock de una manera implacable, creando sus propios métodos y medios de producción y difusión. Ahí, en Mandioca grabaron Moris, Miguel Abuelo, Vox Dei, por sólo nombrar algunos. Pero el central fue Manal. Fue el primero en sacar un LP, fue el primero en muchas cosas, también el primero de Mandioca.


En el primer disco del trío formado por Gabis, Medina y Martinez hay de todo y todo es novedoso y paradigmático. La prosa beatnick cruza el trabajo de principio a fin. Cuando “Jugo de Tomate” tronaba sus últimas vibraciones, el hombre aparecía otra vez en primer plano. “Porque hoy nací”.Planteo existencial en la voz de Javier Martínez. Una voz que parece venir de otra dimensión. Melodías densas, desconocidas. Un voz grave, desgarrador comienzo de vida. “Porque hoy nací y el viento de los vivos me despertó”. “Avenida Rivadavia” estrena la cuidad en primer plano, las calles porteñas se hacen presentes de manera inmejorable. La métrica del tema es inédita para nuestro país. Hay jazz en el swing, la garganta explota en clave de soul y es Buenos Aires. Es la Avenida Rivadavia. El paisaje del centro porteño, aparece un enamoramiento repentino y en el fondo, un himno. La ciudad, la calle. El hombre, que antes nació, ahora camina, toma un tren, se enamora.

El disco avanza, la púa sigue contagiando mensajes al alma y la profundidad de aquellos nuevos sonidos empiezan a disipar las pocas dudas que había…estamos frente a un clásico. A todo esto, el pensamiento nos remonta a aquellas ideas con aroma a vanguardia y aire de revolución: ¿Era una locura pensar en hacer blues y encima cantarlo en castellano? El castillo de certezas de la industria musical argentina se termina de derrumbar en el tema que cierra la cara A del disco. “Todo el día me pregunto”. Existencialismo en clave joven de la bohemia porteña. El periodista Juan Carlos Kreimer escribió en el sobre interno del LP: “Pienso en la depuración del conjunto, en el espectro de ritmos que abarca, en sus fraseos delirantes y exactos, en sus acordes dolientes, pero vitales. Y anoto: spirituals porteños, el sonido de una generación que quiere crecer”.

No sobra la aclaración en tiempos del mp3. Tenemos un disco en nuestras manos, es hora de darlo vuelta, de encontrarnos con el lado B. Allí, la muestra más acabada del rock, del blues hecho en Argentina. Paisaje suburbano, barrio industrial. Arrabales. Lunfardo joven. “Avellaneda Blues”. Tango-Blues. La melancolía porteña y la densidad de la música del Mississippi en perfecta sintonía. Algo nace, se puede oler. Como la humedad. Como el humo de las fábricas. El duende de hormigón. El vagabundo. Los obreros. El barrio. Todo en la obra maestra de Javier Martinez, que a esta altura del primer disco de la banda que lo tiene como letrista, ya se ubicaba como el principal poeta joven del suburbio porteño. La amplitud del pensamiento y la complejización de la mirada sobre el campo en el que se trabaja lleva a la necesidad de expresar verdades no dichas hasta aquí. Manal es asfalto, es calle, es ciudad pero la ciudad también oprime. La esperanza puede encontrarse en otro lugar. El regreso a la naturaleza, la esperanza aparece en medio de un disco descriptivo. El hombre, escapa de ciudad, el sistema obliga a buscar alternativas. “Oxidarse o resistir, prefiero sonreir” se escucha en “Una casa con diez pinos” el himno hippie del primer trabajo de Manal. La idea se repite sobre el cierre del LP, de manera más contundente. “Informe de un día” es la sitesis perfecta para un trabajo que abrirá las puertas a una nueva forma de entender y encarar la producción musical en nuestro país. Riff furioso de Caludio Gabis, distorsión para el bajo de Alejandro Medina. El cierre vuelve a la dicotomía. La ciudad que oprime y el hombre que busca su liberación. La denuncia de la “rutina de continuar”. El cierre es rock, es blues, es crítica y propocisiòn.





No hay comentarios:

Publicar un comentario