1 jun 2009

SUPONGAMOS...

Supongamos que, efectivamente, Los Piojos se han separado. Que ya no habrá estadios, no más discos novedosos. No más modificaciones del logo. No más Piojos in situ. A partir de eso intentemos hablar como si algo hubiese terminado. Pero no lo hagamos con la "grandilocuencia lameculo" que suele hacerse. Elijamos una parte de la historia piojosa y charlemos al respecto.
Con Los Piojos se puede esfumar todo un halo de progresismo sesudo que se parió en los noventa en medio de una decadencia social, política y cultural de las más desastrozas de la historia nacional. Los Piojos supieron poner sobre el tapete una serie de conceptos culturales que se destacaban del resto por su "contenido intelectual". Muchos han sido los grupos que, en medio de su época, se destacaron del resto apostando a una superación de la especie desde las formas elegidas para encarar cuestiones que se ponen sobre el tapete en determinados momentos. Los Piojos, repito, fue en medio del rock del menemismo, una bocanada de aire puro, un grito que se diferenciaba del resto. Con Los Piojos, el estruendo de la indignación aparecia superando a la indignación misma.
Desde sus primeras épocas, la banda de El Palomar rompía desde su postura general con lo monolítico de un movimiento que comenzaba a regirse en base a la existencia de bandas con genesis barrial. El suburbio aparecía, por primera vez en la historia, como lugar central de una cultura que comenzaba a ocupar la escena roquera en la Argentina. En ese ámbito en donde la pobreza se extendía a todos los sectores de la sociedad, el barrio conllevaba todo un concepto y una visión del mundo que golpeaba abofeteando al país. La pauperización cultural, fruto de la pauperización social e hija de las administraciones corruptas ofrecieron un abanico de nuevas formas líricas que se paraban desde la denuncia y el grito de rebelión. Andrés Ciro Martinez, desde la punta de su pluma y la vibración de su garganta supo ponerle un toque superador a ese estruendo, un toque politicamente incorrecto para una sociedad desencantada de la política y los políticos.
El punto máximo de lo que estamos hablando se encuentra, justamente, en el momento en que todo estallaba. En el comienzo de la huida de los todos que no se fueron. Verde Paisaje al infierno, aparecido en el año 2000, traía dos temas paradigmáticos en esta corriente de pensamiento pojiosa: "El reggae de rojo y negro" y "San Jauretche". "En la banda, el más interesado en política soy yo, que me considero socialista y nacionalista. Me gusta el pensamiento de Jauretche." decía Ciro en una nota al diario cordobés La Voz del Interior y bien claro quedaba que su pensamiento, era el que la banda imprimía en cada uno de sus movimientos. Ese pensamiento "socialista y nacionalista" que decía tener Ciro se plasma en toda la carrera piojosa. La versión del tango "Yira Yira" en "Chac tu chac", la aparición del primer himno maradoniano en "Tercer Arco", el paisaje porteño dibujado en "Cruel", pasando por el derrumbe anticipado en "Babilonia" o el desarrollo argumentativo del "Balneario de los doctores crotos" iban desembocando en dos hitos del rock anti-imperilista de los noventa. La mirada idílica hacia Cuba y la recuperación de una figura histórica del pensamiento nacional y popular fueron las frutillas del coctel histórico de Los Piojos en clave de cultura popular.
Despúes vinieron años de decadencia estética y cómodos discos en vivo. Ahí, vale decirlo, todo parecio caerse y la ausencia de novedades no solo estancaban la producción sino que desvirtuaron algunas cosas que aparecían con claridad años atrás. Ciro, podía decir en un diario que votar a Macri era lógico e incluso que él podría haberlo hecho de haber tenido la oportunidad y los espectáculos masivos sólo mantuvieron el aura perdida en el "Uno es todos / y todos somos uno" con que Ciro cerraba los recitales.
Más allá de eso, estos lineamientos históricos tuvieron su reaparición ideológica en el último disco piojoso. Basta escuchar "Cruces y flores" o "Civilización" para dar cuenta de una militancia lírica sobre bases firmes que, pese a todo lo demás, no desaparece.
Supongamos que Los Piojos se separan, entonces podemos pensar que hay cosas que se pierden. Supongamos que Los Piojos se separan y tratemos de imaginar si lo que viene es la decadencia o la superación de la especie.

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